La tercera parte del ciclo mauriciano, tras Le Chercheur d’or y La Quarantaine, Revoluciones (Révolutions, 2003), representa de varias formas la «suma» de la escritura lecleziana. Se trata de una novela polifónica, que recorre los siglos y los continentes, y que reúne una gran variedad de voces narrativas, de historias entrelazadas y diversos géneros narrativos: cartas, diarios de a bordo, historias personales, cuadernos íntimos, incluso informes oficiales. Domina en el texto la representación del lenguaje común, aunque, de forma puntual, deja traslucir algunos destellos literarios.
Dividido en siete partes, el libro entrecruza el relato de aprendizaje de Jean Marro, adolescente durante la guerra de Argelia, con la historia épica de su antepasado, Jean Eudes Marro, soldado de la armada de la Revolución francesa. Los dos itinerarios se estructuran alrededor del motivo del viaje y de la partida. Jean Marro, doble ficcional del autor, se presenta desde el inicio como un ser solitario que se asfixia en el seno de su familia y en el universo cerrado de Niza. Durante su infancia visita a su tía Catherine, cuyas historias orales de su juventud en Rozilis alimentan un imaginario del viaje y desencadenan el movimiento de búsqueda de sus raíces perdidas. A los dieciséis años, despierta a la realidad histórica, a la violencia de la Guerra de Argelia, al racismo, a la sexualidad. Es en esta época cuando descubre el pensamiento presocrático que marca una etapa importante en la búsqueda de su identidad.
El protagonista, siempre en busca de la realidad y de una tierra prometida, huye de una Guerra de Argelia que no le concierne, y parte a Londres a estudiar medicina, allí descubre una población xenófoba plagada de conflictos violentos entre las diversas comunidades. En el barrio Elephant & Castle, se enfrenta a la miseria extrema de la vida de los inmigrantes. Dispuesto a ir más lejos en esta exploración de la realidad, se instala en México en 1968, año de la revolución estudiantil. Allí conoce el pensamiento amerindio y toma conciencia de la opresión cultural y económica que sufre la población indígena. Tras la brutal carga policial contra los estudiantes en Tatlelolco, deja México. Su último viaje con su mujer, Mariam, le lleva a la isla Mauricio, donde visita los lugares de sus antepasados que le revelan el secreto de Rozilis y de sus orígenes. El final del texto sugiere la partida de la pareja hacia otro territorio y la esperanza de un hijo.
El relato de aprendizaje de Jean Marro alterna con el relato encajonado de Jean Eudes. A los dieciocho años el narrador se alista como voluntario en el regimiento bretón y, tras participar en la Batalla de Valmy, vuelve a Bretaña y descubre una región sumida en la miseria y presa del terror. Desencantado de la causa revolucionaria, Jean Eudes se embarca en 1798 hacia la Isle de France con la esperanza de comenzar una nueva vida. Frente a una sociedad racista en la que los esclavos se ven reducidos a la condición de animales, deja la capital Port-Louis en 1824 para instalarse en el interior de las tierras en las que funda la casa Rozilis, una especie de Tebaida regida por los ideales de la Revolución francesa. El relato segundo se titula «Kilwa», aquí la esclava Kiambé cuenta su violación inicial en Mozambique, su viaje a Mauricio, su venta, su cimarronaje, y después su liberación, lo que ilustra ciertamente los horrores del sistema esclavista contra el que lucha Jean-Eudes Marro, cuyo relato se inspira de la historia real del antepasado François-Alexis Le Clézio.
La visión de la historia: la estructura en eco
La interrelación de los dos estratos narrativos requiere una lectura paradigmática en la que cada plano ficcional encuentra su eco en otro nivel del discurso narrativo (Salles, 2006; Cavallero, 2009). Al lector le impresiona la repetición incesante de las mismas imágenes, de las mismas configuraciones narrativas, en una composición que remite al Bolero de Maurice Ravel, obra a la que se refiere el texto (R, 415). Se establecen varios paralelismos, por ejemplo, entre la Guerra de Argelia y la Revolución francesa, entre los conflictos relacionados con la descolonización en el siglo XX y las conquistas coloniales del siglo XVIII, entre las revoluciones estudiantiles de mayo del 68 en Francia y de octubre del 68 en México, entre la represión de esta última y la masacre de los Indios por los Conquistadores en Tenochtitlan y Tlatelolco. También podemos relacionar el cuaderno en el que Jean Marro registra los comunicados de prensa sobre la Guerra de Argelia con las anotaciones de Jean Eudes de los movimientos de los barcos en el Océano Índico, testigos de la historia turbulenta de la región. La pobreza, la opresión cultural y la esclavitud caracterizan a la vez a las poblaciones colonizadas del pasado y a las poblaciones migrantes de los Estados modernos. Asimismo descubrimos similitudes en los itinerarios de los personajes, en su lucha contra la injusticia y el nacionalismo, y en la búsqueda de sus múltiples raíces.
Esta estructura en eco, junto a la persistencia de la violencia y del racismo a través de los siglos, sugieren no sólo una denuncia del colonialismo europeo sino también un cuestionamiento del propio concepto del progreso histórico vinculado al olvido del pasado. El arraigo histórico de los dos estratos narrativos dominantes y la importancia atribuida a las víctimas de la Historia pueden ser considerados como una crítica de las ideologías europeas fundadas sobre el concepto de identidad-nación o de raíz única, y sobre el rechazo de la diferencia cultural. El narrador cuestiona el lenguaje abstracto que sostiene estas ideologías poniendo de relieve los enfoques no dualistas propios de los pensamientos presocráticos y amerindios. El rechazo del Otro está asociado a la búsqueda de valores puramente conceptuales, a una separación entre el lenguaje y la realidad vivida. El texto critica, por ejemplo, el egocentrismo y la xenofobia de los estudiantes que preparan el bachillerato de filosofía (R, 141-142), (R, 151-152). Al contrario, para Jean Marro el lenguaje representa una fuerza material que le une al mundo y al cosmos.
En algunas situaciones concretas, y mediante la encarnación de los conceptos de mestizaje y de interculturalidad, el autor pone de relieve lo que une a los individuos y a las culturas diferentes. Varios críticos han estudiado la relación entre esta novela y el pensamiento de Édouard Glissant, que desarrolla los conceptos de identidad-rizoma, de Relación y de criollización.
La búsqueda de los orígenes: un relato de iniciación
Como afirma Bruno Thibault, el recorrido identitario de Jean Marro puede considerarse como una búsqueda iniciática cuya finalidad sería revivir la historia de sus antepasados: al final del texto el protagonista vuelve a la tierra de sus antepasados y se funde con las figuras de Jean Eudes et de Catherine. La isla se transforma así en el lugar del descubrimiento de sus diversas raíces. Es una estructura cíclica que destaca el valor iniciático del pensamiento presocrático evocado mediante la cita de Parménides: «Et pour moi, c’est un là où je commence, car là je retournerai» (R, 100; R, 526).
La identificación con los antepasados se presenta como un regreso al tiempo del origen, un regressus ad uterum simbolizado por la inmersión en el agua del estanque (R, 544), seguido de un renacer simbólico. El mismo trayecto de retorno y de renovación caracteriza la unión sexual, presentada como la experiencia de la libertad absoluta. Sin embargo, como subrayan Marina Salles y Claude Cavallero, Révolutions, a semejanza de muchas otras novelas leclezianas, presenta un final abierto: para Jean y Mariam la inmersión en el pasado no es expresión de la nostalgia, sino un giro necesario para un nuevo impulso, el punto de partida de un viaje que nunca se acaba hacia la realidad y hacia sí mismo.
La memoria
Los temas de la memoria intergeneracional y de la transmisión de la herencia cultural están encarnados en el personaje de la tía Catherine, presentada como «le dernier témoin, la mémoire de Rozilis» (R, 107). Escoge a Jean como depositario de su memoria, es él quien debe revivir la historia de sus antepasados. La transmisión está unida al tema de la metempsicosis, y al de una revolución de las almas: «C’est lui qui est en toi, qui est revenu pour vivre en toi, dans ta vie, dans ta pensé. Il parle en toi» (R, 53-54). Señalemos la paradoja de una memoria del cuerpo que rompe las fronteras entre el pasado y el presente, entre el ser y el mundo material y que, mientras que esta está unida al espacio de los orígenes, es también una fuerza creadora, performativa, orientada hacia el futuro.
La lucha contra el olvido se convierte en un motivo central del libro: las historias de Catherine, encadenadas en espiral, se repiten de forma cíclica, y cuando su memoria se debilita, es Jean el que asume el papel del narrador. Observamos igualmente la función central de transmisión de la memoria intergeneracional en la historia de Kiambé.
A nivel estructural, el entramado de los relatos, la relación de una multiplicidad de memorias, ponen de manifiesto la importancia de la memoria del Otro en la búsqueda de identidad y en la resistencia contra la injusticia. Se trata pues de una memoria a la vez individual y colectiva. El desarrollo iniciático de los recorridos narrativos de los protagonistas ilustra la importancia de la herencia cultural y la memoria en el texto, oral o escrito, en esta lucha contra el olvido y en esta búsqueda de un mundo mejor.
Bronwen Martin
Traducido por Maria Luisa Bernabe Gil
(2023)
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
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