Es justo comenzar rindiendo homenaje al perfecto conocimiento que tiene Le Clézio de las numerosas obras sobre la vida y la obra de los famosos pintores mexicanos Diego Rivera y Frida Kahlo, como lo demuestra su libro Diego et Frida, publicado en 1993. Pero también hay que resaltar el tono poético del estilo de Le Clézio, que le confiere a la narración la doble cualidad de una biografía de artistas y de un fresco de México. En el prefacio se lee :
L’histoire de Diego et Frida – cette histoire d’amour inséparable de la foi en la révolution – est encore vivante aujourd’hui parce qu’elle se mêle à la lumière particulière du Mexique, à la rumeur de la vie quotidienne, à l’odeur des rues et des marchés, à la beauté des enfants dans les maisons poussiéreuses, à cette sorte de langueur nostalgique qui s’attarde au crépuscule sur les anciens monuments et les plus vieux des arbres. (D&F, 22)
Diego et Frida ocupa un lugar particular en la obra creativa de Le Clézio : es la única narración que el escritor consagra íntegramente a los artistas, situando sus vidas en el centro de la escritura – el amor, la búsqueda de inspiración, los encuentros, el sufrimiento, el ideal revolucionario, inseparable de la fascinación por el mundo amerindio. « Diego et Frida consacreront toute leur vie à la recherche de cet idéal du monde amérindien. C’est lui qui leur donne une force révolutionnaire […] » (D&F, 20), escribe Le Clézio. Por otro lado, Isabelle Constant, en su artículo « Portrait de Le Clézio en Diego et Frida » señala que Le Clézio no se queda en comentar los frescos de Diego o los cuadros de Frida sino por lo que hay antes de la propia obra : « la recherche de ce qui motive l’artiste » (2010, 129).
Desde el principio, Le Clézio nos ofrece una brújula para guiarnos en la historia de esta desconcertante pareja : « Diego et Frida, d’une certaine façon, ont incarné les vices et les vertus de cette époque où l’on réinvente les valeurs mexicaines, l’art et la pensée des civilisations préhistoriques » (D&F, 19). Si el arte, como deseo de cambio es siempre una manera de hacer o de volver a hacer el mundo, se entiende que esta pareja mítica está indefectiblemente unida a la fantasía de redefinir la sociedad, la política y los fundamentos del modernismo en la pintura. Podemos interrogarnos ahora por los conocimientos adquiridos por Diego: primero de Europa, de Francia y de España, y más tarde, de los Estados Unidos, de San Francisco y de Detroit, por ejemplo – conocimientos que le permitieron comprender las grandes transformaciones de la historia del arte en el siglo XX: el anarquismo estético, el dadaismo, el surrealismo, el arte de Pablo Picasso, entre otros.
Le Clézio destaca la idea de que Diego y Frida son representantes de « la race cosmique de Vasconcelos » ((D&F, 59). Recordemos que José Vasconcelos (1882-1959) – escritor, filósofo y político mexicano, autor de La Race Cosmique (1925), donde expone algunas de sus reflexiones sobre el mestizaje específico de América Latina – es considerado como el caudillo cultural de la Revolución Mexicana, adepto de la educación popular y de la acción de los Muralistas. Bajo otro ángulo, estos dos artistas expresan en sus obras « les désirs et les inquiétudes d’un peuple opprimé et exilé de sa propre culture » (D&F, 39). En cuanto a Frida, « [t]outes ses désillusions, tous ses drames, cette immense souffrance qui se confond avec [sa] vie, tout est exposé là, dans sa peinture » (D&F, 60). Se trata desde entonces de pensar en la relación indivisible entre la historia individual y la historia en su conjunto.
Le Clézio debió realizar una verdadera investigación, buscar en las biografías de Diego Rivera y Frida Kahlo en inglés y en español, hablar con personas cercanas a los artistas, comparar testimonios, –como lo escribe en los agradecimientos. El primer capítulo de este proyecto está consagrado a la « Rencontre avec l’ogre » : « Diego rencontre Frida pour la première fois en 1923 » (D&F, 25). Desde entonces el relato invita a imaginar la personalidad del hombre y del artista Diego Rivera, retrato finalizado en el segundo capítulo, « Un sauvage à Paris », cuyo título cómico recuerda el tópico del buen salvaje de las Américas. En el mismo registro malicioso, el capítulo siguiente « Frida : ‘un verdadero demonio’», representa a Frida, quien coincide con las expectativas de la época – período de contestación del capitalismo y del colonialismo. Sin embargo, para Frida no es en prioritaria la lucha social, sino sobre todo el sufrimiento inscrito en su destino extraordinario: « Sous son allure désinvolte et ses dehors de jeune fille amoureuse, Frida cache une expérience de la douleur hors de la commune mesure » (D&F, 60). Más adelante en el capítulo « L’amour au temps de la révolution », descubrimos otra faceta de la pareja, revelada por sus compromisos políticos, el viaje de Diego a Moscú, su entrada en el Partido comunista mexicano, al igual que su inmenso fervor por el arte : los frescos, la pintura.
Si desde 1967, en L’Extase Matérielle, Le Clézio insiste sobre lo que más le conmueve de la condición humana : la renuncia « à tout ce qui est grandeur mensongère, à l’orgueil, à la complaisance, à tout ce qu’on croyait bon en soi et qui n’est que mesquinerie » (EM, 67) – nos encontramos con esta misma preocupación en Diego y Frida. Marina Salles, en Le Clézio, notre contemporain, nos recuerda que Diego « affirme son indépendance politique (qui lui vaudra l’exclusion du parti, la méfiance de Trotsky, le déni des Américains) » (2006, 103), mientras que Frida « refuse la tutelle des surréalistes » (ibidem). En el mismo capítulo, la conmovedora « histoire d’amour entre un éléphant et une colombe » (D&F, 100) es omnipresente, como si se tratara de suavizar los trastornos sociales y la crueldad de la vida : el accidente terrible de Frida, los problemas financieros y políticos de Diego.
Los siguientes capítulos « La vie à deux : être la femme d’un génie » y « La ville du monde » (San Francisco) abren nuevas pistas interpretativas de la historia de la pareja, reconsiderando su complicidad, las fuerzas de la vida y de la mortificación que los anima, y que los lleva a transgredir los límites de la creación y de la vida. « Aucun peintre n’a exprimé avec autant de conviction la complémentarité du masculin et du féminin, de la guerre et de l’amour, des forces solaires et des forces lunaires » (D&F, 197), escribe Le Clézio evocando a Diego. Más adelante, descubrimos « les deux Frida au cœur mis à nu, et l’extraordinaire portrait, brillant de cet humour macabre qui lui tient lieu de cuirasse » (D&F, 225-226). El escritor no deja de exponer con elegancia las líneas de fuerza del hombre y de la mujer en unión con la creación. Destaca la consonancia entre el amor absoluto que une a Diego y a Frida y el deseo de elaborar su obra.
El último capítulo, « L’enfant éternel » aborda la perennidad del vínculo de la pareja y la relación con México :
Les aléas de l’existence, les mesquineries, les désillusions ne peuvent pas interrompre cette relation, non de dépendance, mais d’échange perpétuel, pareille au sang qui coule et à l’air qu’ils respirent. La relation de Diego et Frida est semblable au Mexique lui-même, à la terre, au rythme des saisons, au contraste des climats et des cultures. (D&F, 268)
Después de todo, la pareja alrededor de la cual se construye el relato lecleziano constituye un microcosmos para medir la evolución y las transformaciones de la sociedad mexicana en la primera mitad del siglo veinte. Las metamorfosis permanentes de Diego y Frida, las sucesivas redefiniciones de su complicidad permiten identificar líneas de continuidad y de ruptura en el México de los años veinte hasta el final de los años cincuenta.
Diego y Frida renueva poéticamente nuestro conocimiento sobre la pareja de artistas mexicanos. Tomando sus distancias con el discurso biográfico periodístico, Le Clézio propone una hermenéutica basada menos en datos históricos que en la exaltación de la estética de la creación. El lector se siente conmovido por los descubrimientos que se suceden, pero también por el tono poético y a veces personal adoptado por el escritor:
Il est difficile aujourd’hui, dans un monde laminé par les désillusions, les guerres les plus meurtrières de tous les temps, et par la pauvreté culturelle grandissante, de se représenter le tourbillon d’idées qui enflamment Mexico durant cette décennie qui va de 1923 à 1933. Alors le Mexique est en train de tout inventer, de tout changer, de tout mettre au jour, dans la période la plus chaotique de son histoire […]. Tout est à inventer et tout apparaît dans cette époque fiévreuse : l’art des muralistes au service du peuple […]. (D&F, 10)
Le Clézio se compromete en su escritura con una pasión sólo igualada por su admiración por la vida y la obra de estos artistas prodigiosos: Diego Rivera y Frida Kahlo.
Adina Balint
Traducción de Yonay Pinto
(2024)
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
CONSTANT, Isabelle, « Portrait de Le Clézio en Diego et Frida », dans Thierry Léger, Isabelle Roussel-Gillet et Marina Salles (dir.), Le Clézio, passeur des arts et des cultures, Rennes, Presses Universitaires de Rennes, 2010, p. 129-144 ; LE CLÉZIO, J.-M. G, Diego et Frida, Paris, Gallimard, 1993 ; L’Extase matérielle, Paris, Gallimard, 1967 ; SALLES, Marina, Le Clézio, notre contemporain, Rennes, Presses Universitaires de Rennes, 2006 ; THIBAULT, Bruno, « L’Influence de quelques modèles artistiques sur l’œuvre romanesque de J.M.G. Le Clézio (Arman, Klein, Raysse, Tinguely, Kahlo et O’Keefe) » dans BERTOCCHI-JOLLIN, Sophie, THIBAULT, Bruno (coords), Lectures d’une œuvre, J.M.G. Le Clézio, Nantes, Éditions du temps, 2004, p. 161-178.